Zapatero a tus zapatos VS Diseñador a tus diseños

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Hasta la irrupción del extraordinario despliegue tecnológico que supone la revolución de la manzana mordida arco iris (Apple) a principio de los años 90, sin una buena mano para dibujar era muy difícil tener una oportunidad profesional en cualquiera de las ramas de la comunicación gráfica. El diseño es dibujo y, por lo tanto, era necesaria una notable conexión ojo–mano–ojo para poder desempeñar el oficio con unas mínimas garantías.

La llegada del diseño por ordenador abrió las puertas a una profesión que desde siempre había requerido del saber dibujar para poder acceder a ella. Ese requisito dejo de ser prioritario pues la herramienta de la manzana facilitaba muchísimo la labor, daba prestigio y sello de calidad (diseñado por ordenador)… y además la posibilidad de poner diseñador gráfico sin rubor alguno en cualquier tarjeta de visita

Diseñar es –o debería ser– independiente de hacerlo sobre un lienzo, sobre un papel cuadriculado, en la pantalla de un ordenador, con rotuladores, o con Letraset, o con un programa informático de última generación. El hábito no hace al monje. De nuevo el refranero.

Retomemos la figura del traductor. No es lo mismo encargar la traducción de un texto a un traductor profesional que hacer esa traducción, por ejemplo, con el traductor de Google. Dicho de otro modo, tener el mejor diccionario bilingüe y saberlo manejar, no me convierte en traductor. Si queremos una buena traducción se la encargaremos a un traductor profesional.

Como también, tener, como tenemos todos, una buena cámara de fotos en nuestro móvil, no nos convierte en fotógrafos. Si queremos una buena foto, se la encargaremos a un fotógrafo profesional.

Si queremos un buen diseño gráfico… el alegato se completa por sí solo.